Los cuerpos de mi vida

Una historia basada en un cuerpo real

 

Hoy me desperté con ganas de cuerpos.
Con ganas de saciar el llamado de la selva.
de dar de beber a mi boca,
de descubrir constelaciones en el cielo.

Pedí un deseo alguna vez, y lo obtuve.
Él era perfecto, mi anhelo en carne y hueso, enamorado de mí.
Tipo de hombre que se adueña de tus gemidos,
que sabe dónde y cuándo,
de los que no tiene miedo a hacerte agonizar.
Seguridad fue él para mí, aún lo es. Me siento segura entre sus hermosos brazos;
me siento arropada por el grosor de su voz, por sus ideas claras y la gran humanidad que habita en su precioso cuerpo.
Le quise, le quiero.
Mi deseo carnal a veces le invoca, es ahí cuando apuro la casualidad y él viene a mí, a disputar mi llamado.
Lujuria inflamable, para un cuerpo incandescente.

Divisé algo realmente deseable una vez, y me eclipsé.
Me eclipsé con ella,
su manera singular de vivir enamoró mi pupila dormida, atrajo mi libido.
Ella me convirtió en loba por primera vez.

¡No podía pensar!
Mi cabeza sólo tenía un objetivo:
combatir el poder del no, que separaba su boca de la mía.
Ir a contra corriente, en la mentalidad de un ser que jamás tan siquiera pensó en palpar la piel de un mismo sexo.

La animal que me compone, el ser que se mueve por su propio impulso, se lanzó al abismo, hasta conseguir aterrizar en la golosina de sus besos.

Fui pasión en su imaginación,
me envolví en el cuerpo de la mujer que amaba,
y más allá de mis esperanzas, tuve la suerte de ser amada.
Asusta. Tanta agitación en el animal recién nacido impresionó.
Exprimí cada segundo hasta agotarme, hasta conseguir una  y otra vez su clímax.
Ardía constantemente, descontrol total de mis ganas de querer tocarla.
Entregué mi bestia a ella, me dejé llevar,
fui más allá de mis límites, más allá de mi autonomía,
hasta el descontrol, hasta el exceso,
hasta perder las ganas de querer seguir siendo el secreto más amado.

Salí de allí sin un corazón vivo,
sin sonrisa, y con deseos de dejar atrás a la estúpida de mí.
Tan lejos pretendí ir de mis sentimientos, que olvidé alejarme de ella.
Olvidé llevarme mi piel, olvidé el cómo llegar al orgasmo.

2015
2015, Saliary Röman

Mis órganos vacíos empezaron a cambiar de ruta.
A mi placer momentáneo se atravesaba todo escenas maravillosas…
Cuerpos en destello, más caprichos que desear y más antojos satisfechos.
Más y más almohadas nuevas, personas dispuestas a amar, corazones buscando un ápice de latido en el mío.
Entre más cartas ganaba en el sexo, perdía más y más probabilidades de satisfacción, lo que enojaba a la insatisfecha loba… ¡No se come para estar hambriento!
Furiosa con mi ridícula piel, enfocaba de nuevo un objetivo.
Querer más, comer más, explorar más, anestesiar más, alejarme de cada centímetro de pellejo que algún día se dejó latir, para regresar a la verdad de un cuerpo insaciable que no podía abandonar el pasado.

¿Sabes qué ayudó a mi cuerpo a dejar de estar enamorado?
Nada. No estaba en mis manos ese poder.
Ni lagrimas, ni sexo, ni el cariño que no dejaba perpetuar.
Nada ayudó, excepto el tiempo, que día a día hizo el pinchazo menos doloroso. Recuperando a paso de plomo las ganas de querer vivir.

Odié, no a ella, no a él, a mí.
A mí por matar su amor,
a mí por haber permitido que tuviese la capacidad de crear tanto dolor, de llegar hasta lo más negro y oculto de mi alma.

La noche se hizo cuando cayó la primera lágrima.
El día llegó cuando un indicio de vida en mi espalda asomó en un antojo de mi destino.

Conexión absoluta de cuerpos,
la primera noche abrió años de buen sexo,
y aunque el desastre en mi pecho continuaba, a cada beso mi odio se calmaba.
Un alma preciosa, tuvo tal fuerza, tal paciencia, de aguantar mi hielo, de soportar mi desconocido despecho.
Esperó sin garantía de correspondencia, hasta que yo tuve el coraje de querer. El valor de perderme en su cuerpo, de dejar entrar su ímpetu en la soledad de mi vida.

Caricias que envician, sexo sin horas, escenarios que besan, cualquier ocasión era válida para tentar.
Así, ella enseñó a mi cuerpo de nuevo a sentir.
La quise, y también egoístamente me quería más a mi misma, ya no estaba dispuesta a entregar mi oscuridad.

Antes de cerrar un ciclo, empecé con otro.
Y es que, la fidelidad nunca ha formado parte de mi itinerario.
Vino a mí una nueva ella.

Imposible no fijarse en una boca con opinión propia.
Imposible no conectar con una persona que respondió a las preguntas de mi mirada desde el primer segundo.
Sus besos me llegaban mediante suspiros, en medio de una relación que no podía ser.
Estábamos destinadas al fracaso, pues cuatro no es lo mismo que dos.
Disfruté con locura aquella etapa de mi vida, te atrapa más el deseo si se adueñan de tu mente, renuncias a lo demás si tus pensamientos son embelesados por las palabras justas, el saber estar de un humano inteligente.

La quise, quise a esa mujer, un poco más que a la anterior. Todavía pienso en ella, deseando todo su ser haya encontrado lo que buscaba.

Esperé hasta que ella tuviese el valor de darme una oportunidad… y no, no funcionó.
Me asusté, huí, me encargué de sabotear todo,
de no permitir que mis sentimientos creciesen.
Me encargué de sacar lo más hostil de dentro.
¿Metí la pata? Tal vez, quizás, puedes ser.
Hice daño, a ella también le hice daño.

Después de eso volví mi vida un circulo vicioso.
Siempre buscando cuerpos con sólo deseo de encuentros esporádicos.
Una loba débil que busca en la manada cuerpos con los que no haya posibilidad de compromiso. Cuerpos que pertenezcan a otros, cuerpos que no echen de menos al día siguiente, que no atoren a mensajes, que al igual que yo, no buscan amor, sino olvido.

2016, Playa el Médano, Tenerife, España
2016, Playa el Médano, Tenerife, España

Una noche de esas en las que sólo necesito mi soledad para salir a tomar una copa, conocí a otro animal. Uno salvaje, dueño de su vida, amo de su destino. Algo dentro de mí empezó a sonreír, no sé si por nervios, o por que se visualizaba mi próxima presa.

Mamma mía! ¡Sexo del bueno!

Ahora mismo no sabría si me fascina su alma por ser libre, o porque deseo hacer de mi alma tan libre como esa. Una de las poquísimas personas que he conocido que entre tanto caos social tiene las cosas claras. Está más allá de los mundanos prejuicios.
Es un alma que vive y deja vivir. ¿Habrá algo más sensual que eso?
Ha dejado poesía en mí. Me ha hecho desterrar mi idea absurda de no querer querer. La quiero, la quiero con locura, la quiero libre. Llenó de pasión cada poro que me compone.

Aprendí a dejar libre al amor, dejé volar la agonía que aún quedaba. Y sonreí, recuperé todo de mi ser.
Me liberé.
El cuerpo más joven, me enseñó lo más sabio.
¡Vivan los animales salvajes!

Después de aprender a aullar con fuerza, seguí mi camino. Algunas noches me despierto con deseos de sentir sus garras sobre mí. Con deseo de entregarle mi piel una vez más.

Luego de una buena fiesta, te quedas con sensación de resaca, la boca pastosa, y necesidad de recuperar. Aumenta el hambre. Ante eso, sigues adelante probando al azar nuevas experiencias.

Me gusta mi vida, soy afortunada. Adoro la energía universal que infla mi pecho cada vez que soy consciente de que soy libre. Puedo sentir infinito dentro de mí.

La lista de cuerpos aumentaba, mientras mis gestos eran correspondidos. Me fascina estar de caza, es unos de los mayores placeres que mi cuerpo puede experimentar.

A continuación vino una nueva ella, junto a él.

No era la primera vez que metía a más de un ser en mi cama; aunque sigo pensado que dos es la combinación perfecta para el buen sexo. En esta ocasión eramos tres con deseos de ser uno. Tres hambrientos locos que se atrevieron a soñar en la estabilidad de un triángulo.

A contra de todas mis expectativas, el sexo mejoró con el tiempo. Me dejé mis ansias en él, me dejé mis anhelos en ella. Me gustaba la sensación de mi cuerpo desecho en medio de dos carnívoros voraces. Mezclar dos de tus sabores favoritos en el mismo bocado. Les quise, a los dos, al tiempo. Me hicieron feliz, los dos, a la vez. Colmaron a pasión mis días, fui el chocolate que se derrite entre los dedos; el secreto más amado, por segunda vez.

Satisfecha, los meses que duró la hazaña, no sentí necesidad de salir a cazar. Mis ansiedad de cuerpos estaba abastecida, y el humano que habita en mí se sentía amado.

Mi Frida
2016, Santa Cruz de Tenerife, España

Cuerpos y cuerpos… Cada uno de ellos una historia qué contar. Aunque pocos han cambiado algo en mí lo suficiente como para ser mencionados.

Me niego a creer que el límite está en la piel.
La loba que no cree en el amor eterno, sino en el amor que cambia de dueño, seguirá alerta en el bosque.

  © Saliary Röman

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¡Ser libres Amores Míos!
¡Ser vosotros mismos!
¡Ámense!
❤!

26 respuestas a “Los cuerpos de mi vida

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  1. Preciosa entrada… sugestiva y palpitante.
    Cuerpos que pertenezcan a otros, cuerpos que no echen de menos al día siguiente, que no atoren a mensajes, que al igual que yo, no buscan amor, sino olvido.

    Me enamora el texto, pero me quedo con la frase. Genial.

    KnHs

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