Tienes el poder…
El poder de enseñar.
La valentía de despejar mi horrenda soberbia,
e invitarme a oler el abismo de tus oídos sordos,
que se niegan a escuchar los no quiero, no me apetece, hoy no, no, no, no.
Odio y amo tu atroz coraje de hacer mis bragas agua, a lo lejos.
Me repugna el drama que me inunda el cuerpo al no verte.
¡Detesto todo!
Detesto tanto como valoro mis ganas de ir por la vida de tu mano.
Me asusta el descontrol de mi caducada estabilidad.
Detesto tu fórmula mágica de tocarme,
tu suave manera de restar importancia a mis pretextos,
y hacerme ver el horizonte en el color de tu inquietud.
Ardo en cólera, ardo en rabia intensa.
Pruebo a dirigir mi bulliciosa palpitación,
mientras noto cómo se agitan las entrañas con tu voz.

Odio y amo tu positiva forma de conquistar mis deseos de salir huyendo.
Odio y amo sentirme tuya, mientras planeo una absurda estrategia de fuga.
Temo querer querer quedarme siempre.
Odio con locura sentir cómo tú, la desconocida,
devora cada capa de mi dura piel impenetrable.
Impenetrable hasta el día que tu forma de amar despertó mi curiosidad.
Detesto plenamente cada trozo que logras despojar de mi fachada,
me enseñas la vulnerabilidad del amor,
mientras aprendo fehaciente
el repugnante mundo de un corazón desnudo.
No quiero, no debo, no, no, no, no, gritan las ideas de mi quebrada razón.
Irreflexivo, ahogas la voz que susurra los por qué seguir siendo un ser solitario.
A la Razón que siempre he sido fiel, hoy dejo en la estantería de cosas por reparar.
Dónde está mi fuerza de voluntad, cuando vienes hacia mí.
Dónde estás Valentía, cuando deseo apaciguar ( un poco, un poco tal vez, aunque sea un segundo, por lo menos un segundo) mis ganas de besarte.
Qué clase de huracán mortal moja todo argumento
que mantenía mi apego en una cuadrícula: controlable.

Qué difícil y simple es dejarse querer.
Qué raro y cruel es la mujer que haces de mí, tan susceptible,
tan sonriente, tan satisfecha.
Cuándo me volví devota a contar contigo.
Cuándo cambiaste mi piel, como si nada.
Cuándo me volviste así, una más, una cualquiera.
Una rata cualquiera que volvió a sentir,
una rata cualquiera que ama.
Feliz.
© Saliary Röman
¡Amantes míos!
Gracias por seguir leyendo.
❤!
como siempre me encanta leerte, amor sensual.
Me gustaLe gusta a 1 persona
me gusto el desarrollo muy descriptivo… gracias por compartirlo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Excelente retrato de esas situaciones en que guardamos el amor en un Fort Knox, y de repente aparece el misterioso ser que sabe abrir las llaves. Puertas que se abren en contradictorios sentimientos. Excelente escrito.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti, siempre. Por escribir.
Me gustaMe gusta