Siempre que pasa igual sucede lo mismo

Sin invitación.
Voy en búsqueda de refugio,
soy habitante de esperanzas en llamas.
No hago preguntas, no pido permiso.

Soy tan libre como granos de polvo,
charlatán de primera clase.
La gente podría reconocerme en el primer instante,
pero tienen tanto miedo a la soledad,
que deciden darme múltiples oportunidades,
y se empeñan en vivir una vida menesterosos de amor.
Maquillan los mensajes que diariamente envío,
suelen recordar la flor, por su conformista olor, el sabor cobarde de sus pétalos,
olvidando la verdad en las espinas.

Soy la encrucijada inestable,
que se mete entre las ranuras del alba,
escuece cuando calla pasiones,
y te entrega todo para abandonarte.

Algunos me juzgan, porque quizás alguna vez por mi fueron juzgados.
Me juzgan, me menosprecian,
y me usan como escudo para alejarse de cualquier intento de pronunciarme.

Pertenezco al sí y al no.
Pertenezco a todo aquello que alguna vez cobró vida.
Soy ausencia en las personas inertes.
Puedo ser un simple susurro,
un aire pasajero.
La tempestad que arrasa espíritus.
Puedo destruir barreras que nadie más lograría persuadir.
Puedo, como el agua en la superficie,
adaptarme, desplazarme, cambiar de rostro,
de sentido, de razón.

Voy saltando de vida en vida,
buscando a quien sea capaz de soportarme.
Me agarro, me aferro,
me uno a su vida más allá del tiempo.
Dejo que se apoderen de mi,
que me usen, me expriman,
me empalaguen.

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central
1947 «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central»
by ©Diego Rivera

Luego poco a poco, poro a poro, gota a gota,
me difumino.
Me llevo las escamas del deseo.
Y dejo libre al ser,
para que pueda ser en si mismo, una verdad.
Se desprenden las telarañas de los ojos,
el polvo de los oídos.
Dejo que poco a poco, gota a gota,
entre la luz, entre el sonido.
La balanza de la razón empieza a pesar de nuevo,
mientras la cabeza piensa que gana la batalla,
soy yo quien en realidad se aleja.

Es éste el momento en que la gente por mí siente más miedo,
incluso he llegado a detener mi partida, al ver el rostro aterrorizado de mi antiguo amo,
he podido ver cómo no pueden mirarme a los ojos, no quieren escuchar mis palabras,
con cenizas de momificados momentos, han empolvados su visión,
para así, sólo observar espejismos al mirarme, de un ser en mi que ya no es auténtico.
Me pregunto, ¿por qué sienten tanto pánico al dejarme libre?
Por qué querer verme tras los restos, si sólo soy una nebulosa de ilusiones mal hechas, y caminos sin sentidos.
Da miedo descubrir que ya no veo, no escucho, no siento, tan sólo soy abandono.

Sólo cuando soy libre, soy verdadero.
De cualquier otra forma en la que tú crees poseerme,
soy como un otoño de buenas cosechas,
que hoja a hoja.
se aleja hacia el invierno.

Fragmento del mural: "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central"
1947 Fragmento del mural: «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central»
por ©Diego Rivera
 ¡Da miedo mirarte a los ojos cuando te alejas, amor!

  © Saliary Röman 

[ audio]

Audio_____________________________________________
¿A quién estás mirando?
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4 comentarios sobre “Siempre que pasa igual sucede lo mismo

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  1. Me contó alguien (insertar referencia précisa) que una raza determinada de poemas existe por la fuerza de cada verso, entendido por cada línea (difícil aplicar el criterio en forma estricta a la estricta métrica o rima). En esta estirpe particular, el crítico en cuestión propuso un mecanismo, lo llamó el aparato de revisión del distraído. Consiste en saltar un verso tras leer uno, entiéndase, se leen solo los pares y los impares en cada poema. Si al menos una de estas dos lecturas producto son más fuertes o más evocadoras que el producto entero, se entiende la parte que se debe abandonar/retrabajar/olvidar.

    Tal vez solo recuerdo esta absurda sugerencia por la manera en que valoriza la reescritura de la frase, los poemas no suponen una constante entonación de puntos altos, sino que siguen sus ritmos estructurales, melódicos o temáticos. Me viene a la mente por la fuerza de algunas expresiones particulares, una cosa que pasa con poetas como Whitman y pienso que él hubiera podido escribir también «Pertenezco a todo aquello que alguna vez cobró vida/ Puedo ser un simple susurro».

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